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Mostrando las entradas de julio, 2017

De "La Cueva al Parakultural" II

LOS ’80 O LA GENERACIÓN DE YO  Para el rock nacional, la década del 80 comienza una vez finalizado el conflicto de Malvinas. Esto fue así no sólo porque el rock nacional comenzó a escucharse mucho más en la radio -aunque ya había programas de rock nacional mucho antes de los ’80- sino porque en los dieciocho meses que van desde la rendición de Puerto Argentino en junio de 1982 a las elecciones que recuperan la democracia con la presidencia del Dr.Raúl Alfonsín en diciembre del ’83 hay una verdadera explosión creativa en la Argentina. Se ve en las bellas artes, en la literatura, en el teatro, en el cine y –muy especialmente- en la música. Por todas partes brotan nuevos clubes y locales, como el Ciudadano, Stud Free Pub, Caras Más Caras y –muy especialmente- el Einstein y el Parakultural, para dar albergue a estas nuevas manifestaciones artísticas.  El fenómeno no es sólo porteño. En Rosario nace una nueva camada de poetas y músicos que se alinean tr

De "La Cueva al Parakultural" (I)

LOS 60: FLORES ENTRE CORCELES Y ACEROS  El rock nacional comenzó en un bar de una Villa Gesell todavía agreste, sin marcas líderes adornando escaparates, donde Moris, Javier Martínez, Pajarito Zaguri y Pipo Lernoud le pusieron los primeros versos a un disenso existencial que en aquel entonces se llamaba rebeldía. En 1966 eras un rebelde sin causa si contestabas mal, no estudiabas, andabas por ahí con gesto huraño… en fin, si te escapas del molde. “Quedarse en el molde” era una frase muy de moda, igual que “no hagan olas”. Y de pronto, los Beatniks de Moris y Pajarito se apropian del temible mote: Rebelde me llama la gente / rebelde es mi corazón / soy libre y quieren hacerme / esclavo de una tradición. Esas dieciocho palabras fundaron el rock nacional, le dieron sentido, cauce, curso. Muy pronto, amparados por la noche interminable que iba de La Cueva de Pueyrredón al bar La Perla de Jujuy y Avenida Rivadavia, el temprano tren de nuestro rock sumó nuevo

Musica y palabras en la bruma

El viernes 14 de julio emitimos nuestro décimo programa. Cobain acompañado de su guitarra acústica susurraba "Las palabras fluyen como lluvia dentro de una taza de papel se deslizan al pasar se desvanecen a través del universo" en un fragmento de "Across The Universe" de The Beatles. Todo un presagio,  ese viernes cubierto de una bruma que envolvía todo el sur del Conurbano y daba un pequeño respiro a las lluvias de tres días consecutivos, las palabras y la música que sonaban en el estudio de la radio quedaron dando vueltas por allí. El prodigio del avance tecnológico, nos ha acostumbrado a que la comunicación en general sea transmitida por Internet inclusive la radio. Esa posibilidad de transmitir a cualquier parte del mundo con un mínimo equipamento a veces imposibilita llegar a alguien localizado a tres cuadras. Limitaciones imposibles de preveer cuando lo que se cae es el servicio mismo. Una pantalla de computadora marcando con letrero rojo y de

Los ochenta

Seré breve. Los ochenta no existieron. Lo que queda de un conjunto de años es, en parte, lo que nos machacaron hasta imponerlo. Otra cuestión. Agrupar diez años siguiendo el sistema decimal no tiene sentido. Si nuestro sistema fuera sexagesimal, las décadas tendrían 12 años. Los ochenta irían de 1980 a 1992, que son múltiplos de doce. ¿Alguien podría ayudarme a situar un hecho nacional relevante en esos dos años? En el año ochenta murieron el ex presidente Arturo Illia y el dibujante Oscar Conti, que firmaba Oski. ¿Y en el ’92 qué pasó?  Si la domesticación nos lleva por el caminito de siempre, podríamos intentar recorrer otro sendero, asumiendo el riesgo de perdernos o encontrar algo que no nos gusta. Ver algo diferente suena más sano que repetirse. Si hablamos de literatura en nuestro país, durante los inexistentes ochenta pudo volver a publicar sus obras Laura Devetach; de quien encontramos una autobiografía. También empezó a publicar cuentos Ema

Como vine a parar acá

En esa galería no había entrado nadie después de que la construyeron. Me dije que no había tenido una buena idea. Me respondí que era la única y que no fastidie. Bajé el primer tramo de escaleras y miré atrás, a la luz de la tarde. Habían quedado marcadas mis pisadas en el polvo acumulado sobre los escalones. La puerta estaba abierta y me asomé, sin animarme a entrar del todo. El hombre detrás de la mesa miraba fijo hacia adelante. O no me veía o veía a través de mí. Podía estar dormido. Me disculpé y le pregunté si era quien buscaba. -Ése es el charlatán de al lado. Lo mío es arte mayor. Volví a disculparme y fui para donde dijo. También estaba abierta la puerta. Parecía que no esperaban a nadie, ni siquiera a delincuentes. Así parecía. Este hombre estaba sonriente y parado junto a la entrada. Lucía un traje impecable, recién estrenado. El reflejo de la luz en sus zapatos me encandiló. -Lo estaba esperando. Pase, sientesé por favor. ¿Qué lo trae por acá?

Historia Sobrenatural en el Conurbano.

Primera parte Sobrenatural es una serie hecha íntegramente en Remedios de Escalada por autores, directores, actores y técnicos locales. Cuenta la historia de dos jóvenes e intrépidos investigadores especializados en casos fuera de lo común. Javier y Arturo viven y recorren la zona sur del Gran Buenos Aires solucionando problemas que las autoridades prefieren ignorar. No cuentan con más armas que su coraje y su ingenio. A ellos se les suma Tres, un chico del que se desconoce el origen y paradero habitual, que tiene poderes especiales. Durante la primera temporada se va revelando que puede leer la mente y comunicarse con sus amigos de esta manera. También tiene dominio a distancia sobre la materia. Y capacidades peligrosas cuando está fuera de control: puede hacer colapsar toda conexión eléctrica y provocar que dos de cada tres cosas salgan mal. En casos extremos de angustia o temor, desata cronopatías: hace volver el tiempo atrás, hasta el instante anterior al d

Ese día.

"Un día perfecto Haces que me olvide de mí mismo Creí que era alguien diferente Alguien bueno. " ("A perfect day" Lou Reed). Quizás sea un deseo, el combustible que alimenta nuestras esperanzas. Un objetivo carente de grietas; tras él vamos todos. La búsqueda que nos involucra y por la cual podemos hablar de nosotros. Nosotros. Los hartos de esa familia numerosa que nos hunde en la más profunda de las soledades y también aquellos que decoloramos la superficie del techo de tanto gastarlo, de mirarlo sin ver, en la búsqueda de un plácido recuerdo. Nosotros. Aquellos que defendemos nuestra independencia individual como al Santo Grial, y los que desfallecemos de insomnio por aquel lejano placer de dormir abrazando a quien amamos. Nosotros. Los que deseamos una compañía solo de ocasión, donde mi libertad no se mancille con ningún condicionamiento. Los que extrañamos esos innumerables llamados telefónicos que quieren saber cómo estamos. Nosotros.

The Affair (I), no hay dos sin tres.

The affair, el asunto decimos acá. No, la palabra asunto no lo define de manera inconfundible. Hablamos de una relación ocasional entre personas que tienen compromisos existentes con otra persona. No es la primera ni la única serie donde está presente este asunto. De hecho, probablemente aparezca en todas, excepción hecha de Gravity Falls, al menos en las temporadas que pude ver. Pasa en el cine y en la literatura, que suelen tratar de contar la vida, y el deseo es parte de la vida. El motor, podría decirse. Voy a mezclar un poco la vida real con los relatos sobre asuntos. Bien mirado, lo que decimos que está basado en una historia real sigue siendo un cuento. Unos chismes elegantes, eso es lo que trataremos de armar. Dentro de la infinidad de obras que podemos relacionar con The affair está, precisamente, Hablando del asunto, de Julian Barnes. Aclaro que no leí ese libro suyo, sí otros y recomiendo lo que encuentren de él, es todo bueno. El asunto le tocó de cerca, y no revelo ning

Maratón de House of Cards

Y sí, alguna vez debía pasar, por Spacey, tipo que se instaló por estos lares a partir de Los Sospechosos de siempre y a quien envidio por haber sido pareja de Judy Davis y dejarla x Sheryl Crow (tomá ahí tenés un dato cholulo, cool 2.0); bueno, como decía, alguna garra de series debía atraparme y esta fue la tan promocionada House of Cards, o Castillito de naipes, para nosotros. Porfiado en la moda de "adoro las ficciones tipo Lost", con mis reservas a propósito de Dr. House, un par de intentos en el camino (Californication, The Big Bang Theory) , apenas supe disfrutar de la entretenida Entourage que me pasó mi amiga Clara F. Escudero. Tras pelear con mis prejuicios -"todos los progres y ex PC, de ayer, se aprovecharon del indulto del posmodernismo para volverse incondicionales de las sitcoms"- ahí fui al encuentro de esta serie, dispuesto a retrotraer las conspiraciones de la Casablanca a fin de develar la piedra filosofal peronista (m