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Historia Sobrenatural en el Conurbano.



Primera parte
Sobrenatural es una serie hecha íntegramente en Remedios de Escalada por autores, directores, actores y técnicos locales.
Cuenta la historia de dos jóvenes e intrépidos investigadores especializados en casos fuera de lo común. Javier y Arturo viven y recorren la zona sur del Gran Buenos Aires solucionando problemas que las autoridades prefieren ignorar. No cuentan con más armas que su coraje y su ingenio. A ellos se les suma Tres, un chico del que se desconoce el origen y paradero habitual, que tiene poderes especiales. Durante la primera temporada se va revelando que puede leer la mente y comunicarse con sus amigos de esta manera. También tiene dominio a distancia sobre la materia. Y capacidades peligrosas cuando está fuera de control: puede hacer colapsar toda conexión eléctrica y provocar que dos de cada tres cosas salgan mal. En casos extremos de angustia o temor, desata cronopatías: hace volver el tiempo atrás, hasta el instante anterior al del episodio que motivó la crisis.
En el capítulo que vimos, Arturo y Javier se encontraron en la heladería Il Piave, de Avellaneda, con un grupo de madres y padres de chicos que aparentemente fueron secuestrados, sin que hubiera respuestas ciertas de las autoridades. Desesperados, le plantean la situación a los muchachos, contestando todas sus preguntas sobre datos y circunstancias.
Un detalle une todos los casos: las chicas y los chicos son especialistas. Tienen capacidades excepcionales para la matemática, o para detectar relaciones entre palabras de un texto. Sus posibilidades de observación parecen infinitas. Por otra parte, tienen dificultades para relacionarse con los demás. Su sensibilidad es altísima, perciben todos los sonidos a los que otras personas no les prestan atención, ven todas y cada una de las hojas de un árbol, cada rostro de una multitud en la calle. Esa saturación de información los desborda y puede provocarles angustia; requieren cuidados en el trato. No hay muchas personas que estén capacitadas para atenderlos, y los padres imaginan que detrás de estos secuestros no habrá ningún respeto hacia los chicos. Sin embargo, no hubo pedidos de rescate. Un misterio incomprensible.
Después de que se van las mamás y los papás, los muchachos se quedan un rato viendo las fotos y tratando de pensar por dónde empezar la búsqueda. Como en todos los capítulos, sin saber cómo o cuándo llegó, lo ven a Tres en la vereda del otro lado de la vidriera. Salen y antes de que puedan decir nada, Tres les dice que los chicos están bien, y que los pueden encontrar abajo del Río de la Plata. Javier y Arturo, que lo conocen, toman aire y esperan la explicación. Tres les dice que ahí no pueden hablar, y se van para lo de Arturo, en Piñeyro.
Cuando llegan se sientan a tomar mate en la mesa de la cocina. Después del primer mate, Tres cae en trance y los amigos empiezan con las preguntas que irá respondiendo con voz monocorde, metálica.
Así se enteran de que los chicos están en buen estado pero sufriendo mucho. Fueron capturados por una organización que los tiene encerrados en unas instalaciones militares abandonadas que están bajo el lecho del Río de la Plata.
La única entrada está en la costa, cerca de la avenida Rigoló en Berazategui. Es una fortaleza inexpugnable de hormigón armado, un refugio construido por los militares de la última dictadura, que temían que el dictador chileno Pinochet los atacara con bombas nucleares. El lugar está defendido por autómatas mecánicos que responden a una mente única con poderes sobrehumanos que los controla telepáticamente. Se trata de Róyer Féderer, un mutante inescrupuloso que usa sus múltiples potencialidades para el mal.
Féderer secuestró a los chicos y los encerró en un salón inmenso, frío, húmedo y oscuro. Cada uno de ellos pasa el día frente a una pantalla y deben responder a preguntas aleatorias e incomprensibles. La suma de todas las respuestas de estos chicos, genios de la observación, le permite a Féderer tomar decisiones respecto del dólar, oro, petróleo, e inclusive sobre ascensos y caídas de gobiernos. Está acumulando una fortuna incalculable que le permitirá en poco tiempo dominar el mundo.
A la pregunta de cómo podrían rescatar a los chicos sanos y salvos, Tres responde que tienen que ir, desactivar o bloquear a los autómatas, y sacar a los chicos de inmediato. Todo el edificio está minado, y Féderer es capaz de volarse con los chicos antes que rendirse.


Segunda parte
Viajan hasta el lugar indicado, un descampado frente a la costa. En el suelo hay una chapa alargada. Es la entrada. Deslizan la chapa y queda al descubierto una escalera que se sumerge en las profundidades de la tierra. Bajan y encuentran un larguísimo y oscuro túnel que, por su dirección, se adentra bajo el río. Ocurre entonces una crisis. Mientras Javier y Arturo avanzan sin problemas iluminando el pasillo con sus linternas, Tres está paralizado en el último escalón, sin poder dar un paso. Padece claustrofobia, y la poca luz que hay no basta para vencer su miedo a la oscuridad. Los muchachos le recuerdan que la vida de los chicos corre peligro y consiguen convencerlo.
Después de una larga caminata llegan a una encrucijada de pasillos. En ese momento son atacados por un grupo de robots que los reducen a golpes. Con sus amigos derribados en el piso e inmovilizados, entre gritos, sin luz por la pérdida de las linternas, Tres pierde el control y explota mentalmente. La onda expansiva anula todo tipo de conexiones y los robots quedan paralizados. Arturo y Javier consiguen levantarse, recuperan las linternas y encuentran a Tres inconsciente en el piso. Cuando lo reaniman, les dice que se acabó el tiempo, que Féderer los habrá descubierto y hay que correr.
A la carrera llegan hasta el salón donde están los chicos. Tres reconoce a Féderer y se lanza contra él, neutralizando sus ataques telekinéticos. Los amigos liberan a los chicos y los animan a correr hacia la salida. Mentalmente, Tres les avisa que no hay tiempo, y que Féderer está a punto de volar el edificio.
Mientras adentro sigue la lucha, los chicos suben la escalera y salen al descampado. Los muchachos avisan dónde están, y momentos después llegan las mamás y los papás, además de ambulancias y fuerzas de seguridad.
Apenas terminan de salir se oye un terrible estampido y el agua del río frente a la costa se eleva; un instante después cae y se parece hundirse. Las familias vuelven a reunirse con delicados contactos para devolverles la tranquilidad a los chicos, y los amigos se quedan mirando las aguas, que después de la conmoción se aquietan. No hay ningún rastro visible en la superficie. Se retiran en silencio dejando atrás los reencuentros felices. El caso está resuelto.
Al día siguiente, al mismo tiempo y sin haberse puesto de acuerdo, Javier y Arturo se encuentran en la puerta de Il Piave. Entran y frente a ellos, en una mesa, los espera Tres sentado. Antes de que digan nada les señala una foto sobre la mesa. En ella se ve a una mujer al lado de un hombre, adelante de ellos una nena sonriente, y frente a ella una torta de cumpleaños. Empezó una una nueva investigación.

Jorge Prinzo

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