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The Affair (I), no hay dos sin tres.



The affair, el asunto decimos acá. No, la palabra asunto no lo define de manera inconfundible. Hablamos de una relación ocasional entre personas que tienen compromisos existentes con otra persona.

No es la primera ni la única serie donde está presente este asunto. De hecho, probablemente aparezca en todas, excepción hecha de Gravity Falls, al menos en las temporadas que pude ver.

Pasa en el cine y en la literatura, que suelen tratar de contar la vida, y el deseo es parte de la vida. El motor, podría decirse.

Voy a mezclar un poco la vida real con los relatos sobre asuntos. Bien mirado, lo que decimos que está basado en una historia real sigue siendo un cuento. Unos chismes elegantes, eso es lo que trataremos de armar.

Dentro de la infinidad de obras que podemos relacionar con The affair está, precisamente, Hablando del asunto, de Julian Barnes. Aclaro que no leí ese libro suyo, sí otros y recomiendo lo que encuentren de él, es todo bueno. El asunto le tocó de cerca, y no revelo ningún secreto que me haya contado Barnes cuando visitó el barrio de Caballito hace unos años. Es algo conocido que su mujer, Pat Kavanagh, mantuvo una relación paralela con una mujer. Pat murió hace pocos años. Hay que leer en sus libros el amor que siente por su mujer, la manera encantadora, por ejemplo, en que aparece en El perfeccionista en la cocina, o las dedicatorias al inicio de sus libros. Este hombre, amable en las entrevistas y cuidadoso de cada palabra cuando escribe, estuvo por encima o más allá de este asunto. Comprensión, perdón, no podría ponerle nombre a lo suyo. Que la quería mucho no hay dudas.

Roberto Fontanarrosa, a través de su personaje Boogie el Aceitoso, tocó al menos dos veces la cuestión, una parecida a la que conté recién. Mientras se entrenan en un gimnasio, un amigo le pide que lo acompañe para castigar al hombre que le robó a su novia. Lo dibuja Fontanarrosa enorme y musculoso, y lo hace definirse como insuperable por ser WASP, es decir blanco, anglo-sajón y protestante. “Debe ser un canijo enclenque con lentes, un intelectual”, le dice este amigo a Boogie. Cuando llegan se encuentran con que es una mujer. El amigo se queda tranquilo y se van. Y le dice a Boogie: “Estaba seguro de que ningún hombre podía superarme”. 
 

Vuelve Fontanarrosa con otro amigo de Boogie, un mejicano de bigotes manubrio que le cuenta que es un “macho probado”, o sea un hombre que tuvo trato con otro hombre para estar seguro de que eso no le gusta. Este personaje, casado y con hijos, le sigue explicando después a Boogie que para tener la certeza absoluta sigue probando, una vez por semana, y demostrarse que él es bien macho. El deseo, qué sé yo.

Vuelvo a la vida real. Una tarde un hombre está cruzando una plaza mientras piensa en lo que habló hace un momento con un psicoanalista. Ve una mujer que lo impresiona, se le acerca, le habla y a partir de ese momento nace una relación que durará décadas. Viene a cuento porque este hombre está casado, y seguirá casado hasta su muerte. Y esta historia verdadera sólo se hizo pública después de la muerte de mujer y marido, Giulietta Massina y Federico Fellini. Y es que Fellini podía desear mucho a su amante, pero nunca tanto como para plantar a Giulietta Massina, una mujer de otro planeta, de alguno mejor que éste, seguro. Que Fellini tratara este asunto en sus películas podría ser un indicio de que Massina conocía lo que pasaba. Si así fuera, tengo para mí que ella salía favorecida con esos eclipses del maestro. Lo que no se hizo público es qué hacía ella durante esas escapadas del chico. Estoy seguro de que no sólo en discreción le sacaba ventaja.

Me quedo en la realidad para una historia que me desconcierta. Todos lo queremos a John Berger, el pintor y escritor inglés que murió hace poco. Políticamente indiscutible, cada expresión suya, libros, entrevistas, presentaciones, en todo momento denunciaba al poder y tomaba un lugar junto a los pobres, los excluidos, los marginados y toda minoría que necesitara voz. Monolítico lo suyo. Durante sus últimos años vivió en una cabaña chiquitita en medio del campo, en los Alpes franceses, junto a su mujer. Y hay

que aclararlo: junto a su mujer de la primavera y el verano. Porque durante el otoño y el invierno vivía en una linda casita en París, junto a su mujer de esa parte del año. Leí varios libros suyos, todos buenos, unas cuantas notas y algunas entrevistas. Esta curiosa situación no la conocí hasta que, después de su muerte, la contó Matilde Sánchez, gran periodista y editora de la Revista Ñ que hace Clarín. Llega entonces la pregunta: si la situación es conocida y aceptada por las tres personas, ¿hay asunto? Tal vez no aplique como ejemplo de lo que hoy estamos hablando. Quiero agregar que cuando murió su mujer de los Alpes, Berger y su hijo le dedicaron un libro muy triste y muy lindo. La quería mucho, es evidente que la quiso mucho.

Que son situaciones delicadas queda claro, tanto en la realidad como en el interés que despiertan cuando las encontramos en la ficción, como en esta serie The affair.

Creo que el único que pudo encontrar la solución perfecta fue, como no podía ser de otra manera, el maestro Anton Chejov, uno de los tipos que pudo ver el alma humana como si fuéramos transparentes, y además contarlo sin juzgar, sin señalar con el dedo, y de manera irresistible para la lectura, aún traducido. Lo hizo en un cuento largo que se hizo muy conocido y aún se lee como cuando lo escribió. Así de vigente es él. Mientras haya seres humanos, Chejov será leído como si lo hubiera escrito hace apenas un momento

Es un cuento largo que se llama La dama del perrito y lo recomiendo. Está libre en la red, como todo lo suyo. Lo aclaro para que, si pueden, busquen y lean todo lo que puedan de este hombre. En La dama del perrito nos cuenta de un hombre que está de vacaciones con su mujer. Nos enteramos de que se aburre, que la deja en la casa de veraneo y se va a dar vueltas por ahí. En uno de esos paseos conoce a una mujer. Ella también está casada, es infeliz en su matrimonio. Las cosas suceden como un juego, al menos para él. Viven en ciudades distintas, así que dedican los momentos que pueden a encontrarse a escondidas, seguros ambos de que volver a casa terminará con el asunto.

Pero no pasa así. Al regresar, el hombre está desesperado. Dos versos de una canción de Mecano, una banda española, lo describen con exactitud: “no puede vivir sin ella, pero con ella tampoco”. Hay una visita inesperada de la mujer a la casa del hombre. Ella también lo necesita. No saben qué hacer. Al poco tiempo, el hombre viaja a la ciudad de ella para encontrarla aunque sea un instante en un teatro. Lo que empezó como un entretenimiento es algo serio que les atraviesa la vida a los dos. En un rincón del teatro hablan buscando una solución, una salida, algo, lo que sea.

Y ahí nos deja el maestro Chejov, mientras los dos tratan de resolver lo que les pasa, una respuesta que concilie su deseo compartido con las circunstancias de sus vidas. Termina, y tiene razón el maestro, amable y compasivo como siempre. Se quedan los dos personajes ahí, detenidos para siempre. No hay solución, no hay salida.

Esto no lo escribió Chejov: sólo podrían resolverlo si eligen lo que sienten y dejan atrás todo lo demás. Es una idea que se me ocurre, y puedo estar equivocado.

Dejo abierta la posibilidad de que los oyentes nos cuenten situaciones parecidas, que por supuesto entenderemos que no les pasaron a ellos sino a amigos o conocidos lejanos. Cuentan con nuestra absoluta y estricta discreción.

Desde ya, muchas gracias. 


Adrián Javier De Paulo

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