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Una saga impredecible





Aleatoria

Aleatoria es una nueva serie de Ubú Rey Entertéinment, una apuesta arriesgada sin antecedentes conocidos. La idea de sus creadores es conseguir un producto libre, ilimitado, indeterminado e imprevisible. Habrá ficción y documentales, historias breves y extensas, narraciones clásicas, fragmentadas, inconclusas. No habrá ninguna causa, motivo, razón o circunstancia que conecte un episodio con el siguiente. Trabajarán con actores y también con personas comunes hablando de sí mismas. Habrá filmaciones, pero también animación clásica, por computadora, stop motion con plastilina y arcilla, grabaciones en video, blanco y negro… todos los registros posibles. Respecto de los géneros, saltarán de historias de amor a fantásticas, de policiales al terror, de infantiles a dramáticas, de aventuras a… cualquier otra, siempre que sea diferente. También variarán en el tiempo y en el espacio, sin límites. Prepararon capítulos a pura pantalla negra, sólo sonidos, para quienes no pueden ver, y también episodios de cine mudo, con carteles y subtítulos, para los que no oyen. Todo será posible, inclusive que aparezcan los espectadores de Aleatoria opinando o mostrando sus propias obras. Infinita, así definen esta propuesta sus creadores.







Aleatoria II: La gallareta, Provincia de Santa Fe, 1979

El martes 13 de marzo fue un día especial para Ticita. Cumplió diez años y recibió un regalo imposible, inesperado, maravilloso e inmejorable: el Diccionario de María Moliner de Editorial Gredos, edición abreviada: 1.776 páginas llenas de palabras, sin dibujos.

Ticita lee sola lo poco que pueden conseguir sus padres en La gallareta.

Esta vez sí que la sorprendieron.

Pasará meses leyendo ese inmenso ladrillo de punta a punta, de adelante hacia atrás y de atrás para adelante. Ella no lo sabe, pero la lectura será una compañía permanente en su vida, junto con la amistad y el amor. También será un refugio cuando la amistad y el amor salgan gallareta en vez de pato.

Es a la tarde, temprano; Ticita está, como todos los días, sola en la casa. En la cocina de la casita, sobre el mantel a cuadros, el diccionario. El diccionario y ella, nada alrededor, nada entre ellos. Va por la letra S.

Sobredimensionar: Presentar o representar una cosa como más grande o más importante de lo que es en realidad.

Piensa.

-Cuando me fui sola a pescar a la Laguna La gallareta Mamá y Papá sobredimensionaron.

Sigue.

Solipsismo: Subjetivismo extremo, según el cual lo único que existe o puede ser conocido es el yo individual y lo demás es mera representación de ese yo.

Piensa.

-Me gustaría que estuvieran conmigo, acá, en casa. Pero no pueden.

Sigue.

Subdesarrollo: Desarrollo insuficiente. Situación de un país o de una región con renta per cápita muy baja y que se caracteriza por su atraso socioeconómico respecto a otros países.

Se detiene.

Levanta la vista y encuentra la ventana. Allá afuera, la línea del horizonte separa el cielo celeste del pasto amarillo, reseco. Sufrieron un verano terrible, la sequía venía desde antes, y aún ahora, pasados el otoño y el invierno, no hay señales de que vaya a llover.

-No va a llover nunca más.

Y vuelve al diccionario.







Aleatoria III: Okefenokee, Georgia, EEUU, 2065

Desde su oficina en el último piso de un rascacielos de acero y cristal, Yim mira preocupado al horizonte. Más allá de la ciudad ve las elevadas serranías de los Apalaches. Hace poco empezó el día; el cielo nublado difunde una luz gris que parece llegar de todas partes y de ninguna. Lleva un rato pensativo, la vista perdida a lo lejos.

Delante de Yim, el cristal, y detrás su inmensa y lujosa oficina, escritorio, sillones, mesa enorme para doce personas. Una familia con muchos chicos viviría cómoda en ese espacio. Por doquier, caoba y marfil; cuadros engalanan las paredes. Algo está mal; muy mal. No lo incomodan el traje costoso o los finos zapatos de cuero de verdad. Le duele el alma.

Hace mucho tiempo, años quizás, que no sucedía algo opuesto a sus deseos. Ahora sí.

Golpes en la puerta. Mientras busca algo entre las nubes ordena que entren.

Abre y pasa Yóu, su asistente. Yim no mira.

-Lo tenemos, señor.

-Tráiganlo.

Yóu le abre a dos matones que traen a un hombre desfigurado, sosteniéndolo por los brazos. Se quedan junto a la puerta.

-Siéntenlo.

Lo dejan caer en un sillón y se quedan junto al apaleado, sujetándolo. Yim se acerca y lo mira.

-¿Olvidaste algo?

El apaleado hace un esfuerzo por dirigir la cabeza hacia Yim y abrir los ojos. No dice nada.

-Repito, ¿olvidaste algo importante?

-Yo… no hice nada.

-Hay más golpes de donde vinieron los anteriores. ¿Necesitás más?

-Yo… no fui.

-No, claro. Vos no fuiste. Te lo dije bien clarito: nadie venderá droga en los colegios de Okefenokee, nadie salvo los que trabajan para mí. Y nadie, ni siquiera los que trabajan para mí, venderá drogas en el colegio al que va mi hija. ¿Te olvidaste?

-No… yo no vendí nada. Pero sé quién vende…

-Qué interesante. ¿Y quién vende, que no sos vos?

-En… en la media, del lado derecho. Ahí está.

El matón de ese lado, sin soltarle el brazo, revisa el interior de la media. Saca un sobrecito de nylon que le entrega a Yim. El apaleado sonríe, o al menos lo intenta.

-¿Podés… reconocés la letra?

En el sobre, con letra infantil, dice “La preferida de Yim”. Lo escribió su hija de diez años, no hay dudas. El paquete es muy prolijo; este año avanzó mucho en Manualidades.

-Llevénselo. Déjenlo afuera de la ciudad. Lo dejaremos ir, es inteligente y no volverá jamás.

Se retiran los matones, arrastrándolo otra vez. Yóu sale detrás cerrando la puerta despacito.

Yim vuelve al ventanal. Está más tranquilo. Nadie faltó a sus mandatos. En el fondo de su corazón, siente eso de lo que alguna vez oyó hablar. Orgullo paterno, o algo por el estilo.






Aleatoria IV: Anfiteatro de la P. Mariano Moreno, R. de Escalada, 2017

Una chica y dos chicos, adolescentes, con sábanas sobre su ropa, representan la obra Las ranas. Los varones son Baco y Jantes, la chica se disfraza detrás de un biombo para hacer los demás personajes. La imagen es en blanco y negro, la cámara está fija en los actores, se escuchan detrás risas de chicos. Aleatoria IV comienza con la presentación de la obra, que hace la chica, y concluye cuando, después de aplausos y saludos, la chica apaga la cámara.





Jorge Prinzo

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